ILUSTRACION BÍBLICA: "CUANDO EL CORAZÓN SE LLENA DE CELOS"

 



Título: Cuando el corazón se llena de celos

 

Versículo:

“Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3:16).

 

Ilustración:

Imagina una escena en una congregación. Algunos hermanos durante la mañana de reunión sirven con alegría: oran, cantan, enseñan, sirven con sus talentos (Decentemente y en orden, 1 Corintios 14:40). Sus rostros reflejan gozo espiritual y unidad. Pero en un rincón oscuro, un hermano observa en silencio. No ora con sinceridad, no canta con gracia del corazón, no se edifica por su dureza y soberbia. Su mirada no es de admiración y humildad, sino de envidia. Dentro de su corazón, hay malestar por el trabajo de otros. No busca crecer con ellos, sino eclipsarlos. No se alegra en la obra del Señor, sino que murmura, critica y siembra discordia. Esta actitud representa una amenaza espiritual real: es el celoso en la iglesia de Cristo.

 

Explicación:

El celoso en la iglesia no es movido por el amor fraternal, sino por la envidia y el deseo de sobresalir. Su actitud siembra división, crítica destructiva y contienda. Como advierte Santiago, los celos traen confusión y abren la puerta a toda clase de mal. El celoso no puede ver con gozo el crecimiento espiritual de otros, y su corazón se envenena con comparaciones.

La iglesia de Cristo está llamada a la unidad, humildad y edificación mutua; por eso, el celo carnal debe ser identificado, confrontado y reemplazado con el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad (Gálatas 5:22-23).

 

Conclusión:

El celoso no sólo se daña a sí mismo, sino que permite que Satanás obre dentro del cuerpo de Cristo. Así como Pedro nos exhorta a estar sobrios y vigilantes porque el diablo anda como león rugiente (1 Pedro 5:8), debemos identificar estas actitudes destructivas. El remedio es el amor sincero, la humildad que se goza en el crecimiento ajeno, y la voluntad de servir en unidad.

Hermanos, apaguemos los celos poniendo en práctica la palabra en el corazón, poniendo en práctica el amor que es de Dios. Seamos imitadores de Cristo, quien se humilló a sí mismo, y que por amor edificó, sirvió y salvó.

1Juan 4:19  Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero. 

1Juan 4:20  Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 

1Juan 4:21  Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.



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