Título: El Teléfono que No Deja de Sonar
Ilustración:
Un joven escuchaba el timbre del teléfono,
pero no quería contestar. Decía: “Luego lo atiendo”. Cada día sonaba con
insistencia. Finalmente, un día se atrevió a contestar… y era su padre,
llamándole para decirle que lo amaba y tenía algo importante para él.
Así es el llamado de Dios: constante,
paciente, personal. No importa cuántas veces lo ignores, Él sigue llamando…
hasta que tú decides contestar.
Versículo clave: “He aquí, yo estoy a la
puerta y llamo…” (Apocalipsis 3:20)
Pensamiento:
El llamado de Dios no es un grito que irrumpe con violencia, sino un toque suave y persistente en la puerta del corazón. Él no forza su entrada; espera con paciencia que escuchemos su voz y decidamos abrirle. Cada día, en medio del ruido del mundo, Cristo sigue tocando: a través de Su Palabra, de una conciencia inquieta, o del amor de alguien que nos recuerda el camino. Él desea comunión, no sólo visita. Su anhelo es entrar, quedarse y cenar contigo: símbolo de una relación cercana, sincera y transformadora. No ignores ese llamado. La puerta sólo puede abrirse desde dentro.
Conclusión:
Dios no se ha alejado. Él está cerca, llamando con amor. Si hoy escuchas Su voz, no endurezcas tu corazón. Abre la puerta. Cristo quiere estar contigo, no como huésped temporal, sino como Señor y amigo fiel.